viernes, 1 de abril de 2011

La lente y el espejo

Todos vivimos rodeados de mensajes, de discursos, de construcciones culturales: al movernos por la ciudad o el pueblo, al decorar nuestra casa, mientras, aparentemente con solo dos neuronas activas, miramos la televisión tirados en el sofá. Vivir rodeado de signos y pretender ignorar este hecho es similar a cerrar los ojos en una sala de museo y tratar de encontrar la salida: puede intentarse, pero tardaremos más, nos perderemos cosas y, seguramente, llegaremos a la calle sin cartera; nadie dijo que los visitantes de museos fuesen gente honrada.

Las formas culturas y artísticas nos regalan marcos de interpretación del mundo y, sobre todo, de nosotros mismos. Lente y a la vez espejo que nos ayuda a entender como entendemos, a ver como vemos, a expresar como expresamos. La cultura nos regala imágenes distorsionadas, difuminadas y fascinantes de nuestro ser individual y de nuestro ser en sociedad; de este modo, nos hace más conscientes y más libres.

La labor, la obligación moral de todo aquel que trabaja con cultura, es liberarla de todos los residuos (de la arrogancia, de la opacidad, de la vacuidad) que impiden, que nos impiden, vernos reflejados en ella.

Antón Pardo.

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